lunes, 31 de octubre de 2011

Acercar la política a los políticos



Este viernes participé en un encuentro político que organizó la AA. VV. de Los Rosales. Bajo el título "Los Rosales quiere saber" se trataba de que los candidatos al parlamento por la circunscripción de La Coruña respondieran a las preguntas de los ciudadanos.
Al acto estaban invitados todos los partidos parlamentarios y estuvieron presentes, el PSOE, BNG, IU y UpyD. A pesar de lo que pueda parecer no falta ninguno de los partidos presentes, porque el PP no acudió a la cita con los ciudadanos. No estaría mal que los ciudadanos lo recordaran el 20 N.

Todos los candidatos agradecimos la convocatoria de la AA. VV. , y estuvimos de acuerdo que esta debería ser una iniciativa a continuar. El acto fue muy participativo. Tuvo que concluir cuando ya llevábamos más de dos horas, a pesar de que todavía había personas que querían hacer su pregunta.

Ante un centenar de personas respondimos sobre el paro, la exigencia de responsabilidades a los políticos, los paraísos financieros, la financiación de Iglesia, partidos políticos y sindicatos.... Al finalizar todos estuvimos de acuerdo de que actos como estos deben de ser habituales.

Si nos fijamos la importancia que le dio la prensa, nos daremos cuenta de la excepcionalidad de este encuentro, aunque de su éxito espero que derive nuevas convocatorias que permitirán acercar los políticos a la gente y la política a los políticos. Si, la política a los políticos.



La repercusión que tuvo el acto en la prensa habla de su 
excepcionalidad

domingo, 23 de octubre de 2011

El sistema electoral (y II)

Una representación injusta



Si en la primera parte de este análisis sobre el sistema electoral nos centramos en la ingeniería política que llevan oculta los sistemas electorales, en esta segunda parte nos referiremos a la forma en que un sistema electoral puede deformar la voluntad popular.




Un sistema nada proporcional

Es cierto que ningún sistema electoral es ideal, pero al menos deberíamos exigirle una cualidad: la representación parlamentaria tiene que ajustarse a la votación de los ciudadanos. Tenemos que exigirle proporcionalidad de forma que cuando un partido obtiene el 10% de los votos obtenga en torno al 10% de los escaños.

Al respecto de la proporcionalidad, el sistema electoral español es injusto.  El sistema electoral español no consigue una representación justa, como consecuencia del tamaño de las circunscripciones. Así, el primer rasgo que salta a la vista es la desproporción que existe entre los votos que cuesta alcanzar un diputado en las distintas circunscripciones. Mientras en Teruel al PSOE le costó 18,892 votos cada uno de sus dos escaños, en Madrid necesitó 93,452 votos. Y, ya sabemos, los 131,222 votos de UPyD  en Madrid sólo le permitieron alcanzar un único escaño, el de Rosa.

A pesar de que la constitución en su artículo 68 habla de criterios de representación proporcional, el tamaño de las circunscripciones introduce un correctivo muy importante a la proporcionalidad del sistema electoral español, convirtiéndolo, de hecho, en mayoritario, porque en las provincias que eligen un número bajo de escaños hace que solamente los dos partidos más importantes alcancen representación. Por este hecho el conjunto de la representación en el parlamento se ve muy distorsionada.




Eliminando la pluralidad : el voto táctico

De todas formas, hay que ser muy cautos con estas cifras porque este mecanismo de distorsión se analiza una vez que los votantes han tomado su decisión. Pero este mecanismo es mucho mayor al tener en cuenta el condicionamiento que la propia ley electoral ejerce sobre los electores, porque los induce a anticipar, ellos mismos, el mecanismo de distorsión, acentuando su fuerza. 

Veamos un ejemplo:

Supongamos que un votante tiene como primera opción votar al partido X, pero X parece que es incapaz de conseguir un escaño. En este caso, puede decidirse por un voto "táctico", y vota al partido Y, aunque no lo considera su representante. El motivo para votar a Y es impedir que gane Z, que está más alejado en sus preferencias. Conclusión, un voto de X pasa a Y.

Este trasvase de votos tiene dos consecuencias, la primera política, y la segunda numérica:
  1.  El parlamento pierde representatividad, porque el ciudadano que emite un voto “táctico” deja de estar representado plenamente. El partido Y no lo representa.
  2. Se produce una concentración del voto en torno a los partidos mayoritarios, lo que refuerza el mecanismo de distorsión.



Así, en provincias donde se reparten tres escaños se provoca una gran concentración de votos en PP y PSOE (en Cuenca se repartieron más del 95% de los votos). Así mismo, en aquellas circunscripciones donde existe un tercer partido fuerte se incrementa la distorsión, al dejar a un numeroso grupo de votantes sin representación ( un 12% de los votantes de Lugo y Orense se quedaron sin representación por votar al BNG).




Deformando la realidad

La concentración de votos en los partidos mayoritarios tiene otro efecto demoledor para los minoritarios: los estudios demoscópicos llegan a la conclusión de que solamente una tercera parte de los votantes de las opciones minoritarias acaban votándolos.

Bajo estas condiciones, se explica el hecho, aparentemente paradójico, de que los partidos minoritarios alcancen sus mejores resultados en aquellos lugares donde es más difícil alcanzar un escaño. La explicación es evidente, si bien Madrid es la circunscripción donde más cuesta alcanzar un escaño, al haber muchos a repartir el sistema se convierte en proporcional, es más fácil alcanzar representación, y el simpatizante de opciones minoritarias no desiste de votarlas.

Por el contrario, en la mayor parte de las provincias, donde los electores saben que sólo tienen opción de escaño dos partidos, se emiten un voto táctico. No votan a lo que quieren, sino que votan contra lo que le desagrada más. No es un voto en positivo es un voto negativo.


A este efecto perverso, que podemos llamar oculto, se añade otro evidente: el reparto de escaños entre los partidos es injusto. El PP y el PSOE están sobrerrepresentados un 9%, unos 28 diputados por encima de su representación proporcional. Por el contrario, UPyD se queda en un 23% de su representación justa e  IU no llega al 15%. En cambio el PNV está sobre representado un 43 %.




Necesitamos un sistema que permita controlar a nuestros representantes

Por consiguiente, nuestro sistema electoral no solamente es injusto, sino que induce a la injusticia, al incitar a los ciudadanos a cambiar su voto. Nuestro sistema electoral requiere una reforma en profundidad.  Y, como ya sabemos que los sistemas electorales se diseñan en función de los objetivos políticos, tenemos que exigir un sistema electoral que, en vez de reforzar la estructura de los partidos políticos, prime la representación de los ciudadanos, para que puedan controlar a sus representantes.







El sistema electoral (I):

 La ingeniería política


En los últimos tiempos estamos oyendo hablar de la reforma de la ley electoral, de la necesaria reforma de la ley electoral. La última ocurrencia a este respecto se debe al señor Rajoy que propuso disminuir el número de diputados de 350 a 300... Para ahorrar. Junto a lo peregrina que es la justificación, es ilustrativo el hecho de que se pretenda reformar la ley electoral no para mejorar una cualidad que le es propia, mejorar la representación en el parlamento; sino para ahorrar. En el fondo se está equiparando la representatividad a un gasto suntuario del que podemos prescindir, lo que indica claramente las convicciones democráticas de que hace la propuesta.


¿El parlamento es reflejo de la voluntad popular?

Cuando se dice que el parlamento es un reflejo de la voluntad popular se da por supuesto que es un reflejo fiel, pero esa suposición es un error. El parlamento español es un reflejo deformado de la voluntad popular. En esta primera parte del artículo nos fijaremos en el sistema electoral como un producto de ingeniería política y en una segunda parte analizaremos la forma en que el sistema electoral condiciona la votación popular y distorsiona la representación parlamentaria.

Es cierto que la mayoría de los ciudadanos creen que al depositar su voto están determinando la composición del parlamento y que éste será una imagen de lo que los ciudadanos españoles piensan, creen y sienten. Lo que no saben estos ciudadanos es que existe un traductor entre sus votos y el parlamento resultante. El traductor es el sistema electoral.

El sistema electoral, como traductor, es muy sensible y pequeñas modificaciones en la ley consiguen importantes cambios en la representación política. Cuando Manuel Fraga, en 1993, cambió la legislación electoral gallega incrementando del 3 de al 5% el mínimo de votos necesarios para conseguir un escaño, pretendía expulsar al Partido Comunista de Galicia del parlamento. La excusa fue conseguir una mayor estabilidad parlamentaria. Manuel Fraga alcanzó los dos objetivos: el Partido Comunista desapareció del parlamento gallego a partir del año 93 , y, por otro lado, la pluralidad en el parlamento gallego se redujo a la mitad (antes de la reforma estaban representados cinco o seis partidos, después sólo tres).

Por lo tanto, si una mínima reforma de la ley electoral puede determinar la constitución de un parlamento, la reforma del sistema electoral puede cambiar totalmente el mapa político de un país. O impedir cambiarlo, como el caso de Venezuela donde una reforma electoral adecuada antes de las elecciones hizo que los que ganaron, perdieran.


Los sistemas electorales tienen objetivos políticos

Los sistemas electorales se diseñan, y se diseñan con objetivos políticos. Así, el sistema electoral español nació con dos objetivos, fortalecer los partidos políticos e integrar a los nacionalistas en el sistema español. Cuando en la transición se escogió que las listas fueran cerradas y bloqueadas, se pretendió fortalecer a los partidos frente a la participación popular. Al mismo tiempo, la adecuación territorial del mínimo exento primó a los partidos nacionalistas frente a los de ámbito nacional. Así son posibles injusticias de difícil justificación. En las pasadas elecciones el PNV con la tercera parte de los votos que IU consiguió el triple de diputados: PNV 303,000 votos seis escaños; IU 963,000 votos dos escaños. Aquí se manifiesta la ingeniería política: conseguir un resultado doblegando la voluntad popular.

No hace falta ser muy determinista para darse cuenta que un sistema electoral puede determinar el mapa político, independientemente del voto de sus ciudadanos. Si ponemos como ejemplo los resultados electorales de las últimas elecciones llegaremos a la conclusión de que dependiendo del sistema electoral escogido las mayorías cambian, y la aritmética parlamentaria se modifica enormemente. A modo de ejemplo, UPyD podría multiplicar por cuatro su representación, IU multiplicarla por seis, mientras que PSOE y PP disminuirían su representación en 27 parlamentarios. Es ilustrativo el hecho de que el partido determinante, a la hora de formar mayorías, sea IU o CIU depende más del sistema electoral que de la voluntad de los electores.

Es desolador pensar que el resultado final de unas elecciones, el gobierno resultante, dependa más del sistema electoral que de la propia contabilización de votos. Los expertos en sistemas electorales lo tienen muy claro y aseguran que en términos técnicos no hay límite para la ingeniería política. Por lo tanto, tenemos que estar vigilantes porque sin un sistema electoral justo no hay democracia.